Sobre todo, Salzburgo es famoso por su hermoso casco antiguo, por el que acuden millones de turistas cada año. Formamos parte de ella en nuestro primer día en la ciudad de Mozart. Con miles de visitantes de todo el mundo, nos abrimos paso a través de la famosa Getreidegasse.

Brigitta sugirió que, en ausencia de un juego de golf, deberíamos hacer algo por el estado físico y por eso subimos a la Fortaleza de Hohensalzburg. Este edificio, cuya construcción data de 1060, es el símbolo de la ciudad de Mozart. Su constructor, respectivamente el que sacó el dinero de los costales de la gente fue un arzobispo. Bajo otros obispos que siguieron al primero, el fuerte se amplió hasta convertirse en una fortaleza que nunca fue tomada. El príncipe arzobispo Wolf Dietrich von Raitenau, que más tarde estuvo en el poder y tenía una amante, se mudó de la fortaleza a una magnífica residencia en la ciudad. La fortaleza entonces solo se utilizó con fines militares y como cárcel – significativamente, Dieterich fue su primer recluso…

Me alegré cuando dejamos atrás esta fortaleza amenazadora, desde donde se tiene una vista grandiosa de la ciudad. Me gustó el «Wilde Mann» donde degustamos un Wiener Schnitzel con patatas fritas, acompañado de una cerveza Stiegl grande, ¡mucho mejor!

PS. Si te gustan los castillos poderosos, el mejor lugar para informaciones es aquí.