Si tengo razón, eso es un título de una la canción sentimental alemana de los años sesenta del siglo pasado. ¡Pero aquí no estamos hablando de mala música sino de hermosas flores!

Después de un agradable vuelo nocturno de ocho horas, aterrizamos bajo el sol en el aeropuerto de Ámsterdam Schiphol. ¡Un aeropuerto hermoso y luminoso en contraste con el de Frankfurt! Desde que entramos en el espacio Schengen, aquí se nos administran los trámites aduaneros y de inmigración. Nuestras dos bolsas de viaje, cada una con un peso de 23 kilogramos, son enviados a Zúrich directamente.

En el tránsito hacia la próxima puerta pasamos un Starbucks donde Fleur, una empleada, trabaja. Le pedí dos capuchinos que cuestan once euros. Por esta suma, en Charly’s Restaurant, en Atotonilco, tiene un buen filete que pesa 250 gramos …

PS. Ámsterdam no solo es conocida por sus tulipanes por sus canales y sus estrechas fachadas a dos aguas. ¿Por qué no llevarse a casa algunos bulbos de tulipán?